Vivimos en un mundo boca abajo, en un país azotado por la peste y en un tiempo que necesita a Dios más que ningún otro. Encerrados en nuestras casas, sin más opciones para relacionarnos que los que nos ofrece Internet, todos hemos visto nuestro futuro emborronado de repente, sin previo aviso.
Y, de súbito, llegó el vir...